¿Eres quien crees que eres o lo que realmente eres?
Supongo que por tu mente ha pasado mil veces una vocecita que dice: “No tengo ni idea hacia dónde voy”, o “No tengo ni idea qué quiero”, o “No tengo idea qué me gusta”, o “No tengo idea para qué soy capaz”, o “No soy inteligente”, o “Estoy perdido” … entre mil cosas más.
Siéntete tranquilo, la mayoría de nosotros pasamos por situaciones similares en algún momento de nuestras vidas. Ahí te va, no me malinterpretes a la mitad de la historia… Crecer no es fácil, todo es un trauma y nos acabamos perdiendo, la idea es tomar las riendas y encontrarnos dentro de nosotros.

Hagamos un análisis:
Naces
Llevas en promedio nueve meses en tu propio universo, en un ambiente súper protegido, súper calientito y lleno de amor y… ¡Trauma uno! Sales de la panza de tu mamá, si tienes suerte por decisión biológicamente propia y si no debido a un doctor que toma tu pequeño piecito que te introduce a tu nuevo mundo en el cual no puedes ver nada debido a tanta luz, es frío y, por si fuera poco, no puedes respirar. Alguien más te recibe con un manotazo en tus nalgas ¡Dios! ¿Qué fue eso? ¡Qué angustia! No sabes si hueles lo que medio ves, o si saboreas lo que medio escuchas, todos tus sentidos están hechos pelotas y para colmo el trasero te arde.
Creces un poco
Todos tus caprichos se cumplen, quiero leche, quiero dormir, quiero ropa limpia, quiero que me limpien, hasta que un día quieres que tu mami te cargue porque estás cansado y te dicen: ¡No! Tú camina. ¡Trauma dos! Rechazo total, ¿cómo es posible que me haya dicho que no? Te deja pensando y siguiendo los pasos agigantados de un adulto.
Creces más
Tu mamá y tu papá se aman mucho, se abrazan todo el tiempo y sonríen. Se van de vacaciones en familia, haces casitas de muñecas y un columpio en tu jardín. Tú no entiendes por qué, pero después de un rato eso empieza a desaparecer y tu papá tiene que irse de la casa. ¡Trauma tres! Mi papá se fue y yo necesitaba de él. Te cambias de casa y lo ves una vez cada uno o dos meses.
Creces todavía más
En la escuela, tienes muchos amigos y parece que eres bastante popular, te ríes mucho, sonríes mucho. Eres feliz a la hora del lunch donde descubres que tu mamá te puso pepinos con limón y chilito piquín, compartes la mitad de tu Danonino, el que lames hasta que no alcanzar el fondo y tienes que usar los dedos. Llega otra niña más popular y por alguna razón tú y tu hermana gemela sufren de bullying… ¡Trauma cuatro! Te quedas sin amigas y, por si fuera poco, empieza tu muy natural proceso hormonal, te salen granos, brillas cual bola de boliche y tu autoestima se va al suelo, ¿qué digo? ¡al centro de la Tierra!
Creces y tu cerebro más.
Estás en una reunión familiar, escuchas hablar a tus primos, que son más grandes, sobre un tema en particular y de moda. Creo que podría ser sobre la relación entre padres e hijos. Tienes mil ideas en la cabeza y hay muchos comentarios que resuenan contigo y otros que no. Tienes el comentario perfecto para aportar y estás súper convencido de lo que quieres expresar. Lo haces y… ¡Trauma cinco! A tu mamá no le parece lo que dices y te dice que todavía no tienes edad para opinar, que su opinión es la que realmente cuenta. Te lo crees.
Creces y tu corazón más
Conoces a una persona especial, te hace sentir que una lombriz juega con tus intestinos. Hablas todo el día por teléfono con él, las cuentas del teléfono llegan altísimas y tu mamá te regaña, pero no importa. Tu amorcito te dice que eres muy especial, está tu nombre escrito por todos sus cuadernos, escritorio, su recámara… Dices que sí y… ¡Trauma seis! Aparentemente él o ella no sabe lo que quiere y acaba con alguien más. Por cierto, el acné sigue más vivo que nunca.
Después de estos traumas y otros más, acabas:
No confiando en relaciones o entrando y saliendo de ellas.
No confiando en lo que piensas.
Cumpliendo expectativas ajenas.
Sintiéndote fuera de lugar.
Teniendo el mismo cutis sin cambios aparentes.
Sufriendo cuando te toca exponer frente a todos.
Teniendo miedo a defenderte.
Creyendo que eres tímido, feo, inseguro, penoso, sin opinión propia y buscando cariño en relaciones en las cuales tu rol es secundario y siempre estás tratando de agradar a los demás.
¿Te identificas?
No dejes que tus traumas te definan, sal y grita al mundo quién eres realmente. Sacúdete las etiquetas que te has puesto hasta ahora. No cubras expectativas ajenas y hagas esfuerzos descomunales para lograrlo, si lo intentas acabarás sufriendo y confundiéndote más.
No te victimices, todos tenemos vidas en las que tenemos que trabajar y todos tenemos estos sellos que nos marcan y nos hacen creer que somos algo que no somos.
Si no quieres que la gente te diga qué hacer no intentes hacer que los demás se comporten como tú esperas que se comporten. Todos tenemos las razones más profundas para ser y actuar de la forma en la que lo hacemos.
Recuerda tus traumas como algo especial, que te hicieron aprender y crecer. Recuérdalos y guárdalos como algo muy positivo en tu vida.
Comprométete y da lo mejor de ti en tus relaciones.
Confía en tus ideas y puntos de vista.
Cumple tus propias expectativas y no tengas miedo.
Te mereces un pedestal (pero no veas a la gente desde arriba eh…)
Defiéndete
Eres hermos@ porque estás vivo.
Comparte tus ideas, quién te quiera juzgar tiene un problema con él mismo, no contigo.
Descubre quién eres y sé quien realmente eres. Deja que lo demás solito se acomode y sé feliz. Tu propósito de vida depende de ésto y por lo tanto es parte de una salud integral.
Compárteme si te gustó o si crees que alguien lo puede necesitar.
Gracias infinitas por leerme. ❤
Triana